
Esta vez ha sido diferente, esta vez lo he vivido en primera persona; estábamos en casa de unos amigos, él se había dormido, pero cuando ya estábamos terminando, con las risas de la sobremesa, y con el jaleo de los mayores, se despertó, es juerguista como yo, así que decidió unirse a la fiesta. Al principio gateaba dando vueltas, hasta que de repente descubrió que podía levantarse, hasta ahora lo había hecho agarrado a cosas, pero nunca por si mismo, le hizo mucha gracia, así que se quedó guardando el equilibrio, y como ya había experimentado con mini distancias, en ese momento decidió ampliarlas. Se pasó toda la noche caminando, además es muy persistente y si se caía se levantaba enseguida y volvía a empezar.
Desde entonces no para, no quiere que lo cojan en brazos y da los zapatos a todo el que pasa para que lo saquen de donde esté y pueda seguir caminando, además es una fiesta, porque cuando llega a destino se aplaude a sí mismo.
Esta tarde, como hacía viento, nos hemos quedado en casa y el mayor se ha puesto a llamarlo de un lado para otro, así que he tenido la oportunidad de grabarlo, y se supera por minutos, además como en la escoleta lo animan, ya tiene mucha soltura levantándose y caminando.
Se abren ahora nuevos caminos para él... y para nosotros. Supongo que para mi, como para todos, hay grandes momentos que marcan el paso de bebés a niños, creo que el más importante es este, pero creo que este tiene un sabor agridulce, la infancia es el único tiempo que es de los padres y pasa muy deprisa, luego crecen, son conscientes de la realidad y empiezan los conflictos. El momento de empezar a caminar marca el inicio de la independencia, te alegras por ellos y es emocionante, pero también es un poquito triste, porque ya nunca volverán a ser bebés.
Sea como sea, para él es el principio de algo bonito, así que he querido celebrarlo con un cambio de look en el blog, espero que os guste, y a mis niños, que sus pasos les lleven a ser felices.