Vuelta al cole... por segunda vez... no sé si recordaréis que el año pasado, como casi todas las mamis desafortunadamente hipotecadas, tuve que enviar a mi peque a la escoleta con 5 meses porque yo tenía que volver a trabajar, lo que pensé que iba a ser muy traumático, fue genial para él y un poco triste para mi. Mi bebé se hacía grande y ¡ni se inmutaba! y yo allí al borde del llanto porque ya no volvería nunca más a tener un bebé...
Este año ha sido la antítesis del anterior, mi peque ha sido un mar de lágrimas toda la semana, lo justo para hacerme sentir culpable, lo justo para hacerle pasar un mal ratillo a su profe y lo justo para demostrar el carácter que tiene, porque en cuanto salía de la clase y llegaba a la esquina, él ya estaba feliz, además como es medio gamberrete pone a todo el mundo patas arriba.
De todas formas yo sigo en mis trece, este es uno de esos momentos que a mi me gustaría mantener en la memoria, son esos pequeños detalles que te recuerdan el paso inexorable del tiempo y sé que el día que elijan su camino lejos de mi, a mi me gustará rememorar. Además se ha juntado con otro gran día, el paso del mayor de infantil a primaria.
En este caso no ha habido lágrimas pero si muchos nervios, "el patio de los grandes" deja de ser un sitio acogedor para los momentos de ocio (en infantil tenían un parque y juguetes), para ser simplemente una gran explanada donde solo hay, niños más grandes... y más brutos, encima nosotros machacándolo, .- nunca empieces una pelea, si un niño más grande te pega o se mete contigo, se lo cuentas a la monitora, que eso no es chivarse, ahora ya no tenéis juguetes...- vamos que en vez de darle ánimos, lo agobiamos, tanto que el pobre el día anterior quería "despuntarse del cole para siempre" pero se haría arqueólogo y se iría al desierto a buscar tesoros, le matizamos que para ser arqueólogo tenía que estudiar, así que decidió que mejor se iba solo a una casa que se compraría con el dinero de su hucha, vamos el futuro resuelto sin necesidad de pasar por el suplicio del patio... En fin, su temido día llegó... y pasó, sin incidentes desagradables, con un montón de días para hacer gimnasia y piezas nuevas de psicomotricidad y ¡¡¡¡podían jugar en el "patio de los grandes"!!!! vamos todo un triunfo.
Conclusión, las madres ya sufrimos todo por ellos, quizás las cosas son más sencillas de lo que parecen, los bebés lloran porque a la buena vida se acostumbra uno muy pronto, y no es lo mismo: me despierto cuando quiero para no hacer otra cosa que jugar con mi papá... a que me despierten por la mañana para ir al cole donde tengo que compartirlo todo... y encima el que me deja ¡es él!, pero no pasa nada, en cuanto se vaya me daré cuenta de que tengo todo el día para jugar con otros niños, cuando nosotras estamos convencidas de que somos unas malas madres por provocar algún tipo de trauma infantil asociado a un sentimiento de abandono. Y que ese patio infernal, que a nosotras se nos antoja lleno de matones infantiles, no es más que un enooooorme espacio donde ¡por fin! poder jugar al fútbol en condiciones. Lo cual me indica, que esto también es aplicable a la vida en general, no todo es tan malo y si lo analizamos con un poco de frialdad hasta tiene un lado bueno. Y sino que se lo digan a mis hijos, que ahora van encantados al cole cada día.