
Allí que nos metimos, y en cuanto vio que podía flotar... yo creo que le asomaron las escamas, le sale instintivo y nada de forma natural, mueve los pies y las manos y al final llega donde quiere, y lo mejor es que cuando se cansa, se va a la escalera y se sale, el problema es cuando quiere volver al agua, ahí no hay quien lo retenga, un peligro, se tira sin preguntar, así que nada, siempre uno dentro del agua y el otro fuera, por si acaso. Hoy ha descubierto que puede meter la cabeza y después de tragar mucha agua, sin asustarse, lo sigue intentando, al final cerrará la boca y meterá la cabeza sin problemas.
Me asusto y me alegro a partes iguales, por un lado, me asombra su capacidad de aprendizaje, en dos semanas ha pasado a caminar, a intentar nadar, a comunicarse más claramente, deja de ser un bebé, y da paso a un niño que se abre camino a marchas forzadas, ya es consciente de lo que quiere y como lo quiere, pero todavía no reconoce los peligros, por eso me asusta, el mayor era más temeroso, este es más intrépido, es más de "aquí y ahora" y eso hace que tenga que estar más pendiente, no puedo despistarme ni un momento y a veces me da miedo no estar en todas partes a la vez, pero supongo que es parte del encanto de ser madre, mientras pasa el verano me dedicaré a contemplar con mil ojos sus progresos.