domingo, 12 de febrero de 2012

¡Visita del Ratoncito Pérez!

 A los adultos, por algún tipo de trauma infantil o simple sentido común, nos da un poco de grima ver como se mueven los dientes de los niños, sin embargo para ellos es un paso más, algo que hay que vivir y que es signo inequívoco de que se están haciendo "mayores". 
El pasado lunes llegué a casa, y antes de que pudiera entrar, me recibió mi hijo con la boca abierta y diciendo "¡¡¡¡¡Mamá se me mueve un diente!!!!!" y lo movía con el dedo, con ese gesto que tanto me angustia. "¡¡¡¡Mira, mira!!!!". La verdad es que se movía muchísimo y costaba que no se lo tocara, pero estaba tan entusiasmado, que si no era con la mano, era con la lengua, el caso era demostrarse a sí mismo que era verdad.
Esa tarde teníamos que ir a realizar unas compras, y de paso pusimos en sobre aviso al Ratoncito Pérez, por si acaso, no fuera que con tanto meneo el diente no llegara a la noche. 
Mi hijo entusiasmado solo hablaba de su gran visita, y de que cuando pusiera el diente debajo de la almohada, se quedaría despierto esperando. ¡Inocente! no sabe él, que el Ratoncito Pérez es más listo...
El caso es que cuando ya estábamos a punto de irnos, me dice, ¡Mira mamá! y me enseña el diente en la mano... si es que tanto meneo... estaba pletórico, me hizo sacarle unas fotos y se le desato la verborrea sobre las alternativas en el intercambio diente-regalo. He de aclarar, que la alternativa típica de la moneda, no nos servía ya que de momento no maneja dinero y la ilusión por un regalo era mayor.
Al llegar a casa buscamos una caja apropiada, y pusimos el diente dentro a la espera del pequeño roedor, esa noche le costó mucho dormirse, pero al final sucumbió y se pudo realizar el intercambio.
A media noche mi hijo se despertó con pesadillas y hubo que acompañarlo a su cama de nuevo, pero sin comentarios de ningún tipo. A la mañana siguiente, cuando ya me iba al trabajo (cuando yo me voy el duerme todavía), ya estaba despierto y me dice ¡Mamá mira lo que me ha traído!, era un juego de peonzas en una caja de unos 20 cm, y su siguiente reacción fue: ¡Mamá, pero esta caja es muy grande para que la traiga el Ratoncito Pérez!, ¿?¿? No me lo podía creer, era una apreciación totalmente cierta, y yo preocupada porque cuando le dejé el mensaje al Ratoncito, le dejé claro que como era el primer diente, que el regalo no fuera demasiado pequeño... menos mal que vivimos en una era moderna, donde hasta los roedores tienen recursos y pude explicarle, que seguramente, como era el primer diente, el Ratoncito había sido más generoso que en futuras ocasiones, y que para poder serlo, se había servido de algún tipo de vehículo con el que poder hacerle llegar su regalo. Le pregunté si cuando se había despertado por la noche estaba ahí, y me dijo que no, así que la visita fue perfecta. 
Ayer nos despertamos con la sorpresa de que el diente de al lado se mueve, no tanto como el primero, pero se mueve, con lo que sospecho que en breve volveremos a tener visita. Esta vez, supongo que el regalo se ajustará a los proporciones adecuadas, ya que nos quedan todavía muchos dientes, antes de tropezarnos una noche con el Ratoncito y descubrir su identidad. Mientras tanto, yo tendré que escribirle una carta, ya que con tanto emoción, no recuerdo donde escondió el diente, y eso que hicimos el trato, de que lo dejaría en algún sitio donde yo pudiera recuperarlo y lo más importante donde mi hijo no pudiera encontrarlo... aunque a este paso, lo encuentra él, sin querer, antes que yo.