domingo, 4 de septiembre de 2011

Bailamos?


Estamos en un momento en el que entramos en una vorágine de recuerdos, cada día nos proporciona una primera vez de algo. Mi peque tiene ya 17 meses y  el mundo se le queda pequeño, las horas no son suficientes para sus descubrimientos y cada minuto está lleno de sorpresas, vuela más que camina, y todo es susceptible de ser analizado, es muy observador, quizá demasiado, y sí, lo digo con un poco de retintín, en cuanto ve como se hace algo, inmediátamente intenta imitarlo, por su puesto ignorando el peligro que pueda implicar.
Entre sus nuevas experiencias están los nuevos sabores, ha descubierto las piruletas. A su hermano y a él les regalaron unas en un restaurante, obviamente su hermano se la comió y él como buen imitador, insistió e insistió, hasta que consiguió que claudicáramos, no soy dulcera y por tanto no muy amiga de las chuches, pero soy plenamente consciente de que no podía mantenerlo alejado del mundo de las golosinas eternamente, y menos teniendo un modelo a seguir, la experiencia fue muy satisfactoria, y nada traumática, ya que la piruleta en cuestión se había roto y como solo tenía un trocito pequeño, fue corto pero intenso. Días más tarde, en un banco, la señorita de la entidad repitió la operación, una piruleta para cada uno, ésta estaba entera... la experiencia, no fue tan satisfactoria, como el caramelo era más grande, y él no tiene todavía dominio del mecanismo, terminó, literalmente, rebozado en azúcar, manos, piernas, camiseta, zapatos... no sé que recuerdo le quedará de esto, demostró que no le había gustado demasiado, así que de momento no ha vuelto a repetir.
Ayer le toco el turno al chocolate, de nuevo por imitación, (¿porqué no hará lo mismo con las verduras?), vió a su hermano comiendo un croissant, el resultado también fue chocolate en todas partes, pero esta vez no le hizo los ascos que al caramelo,  por si acaso, lo mantendremos alejado de las tentaciones.
Otra de sus experiencias es la del dominio del baile, hasta ahora se movía con la música, pero ya es capaz de identificar partes de una canción y si la canción dice que hay que levantar las manos, él hace lo solicitado, encuentra un placer especial en el ritmo, de cualquier tipo, le encanta, no se lo reprocho, es genético, directamente de mi. Estoy de vacaciones, por lo que ahora pasamos más horas juntos, yo prefiero la compañía de la música en vez de la tele y mis hijos han heredado la misma afición, así que hacemos muchas cosas bailando. Como su papi estaba de viaje de trabajo, estaba especialmente "enmadrado", siguiéndome a todas partes y demandando brazos a la mínima, una de las mil veces, sucumbí, lo cogí y él empezó a moverse, entonces empezamos a bailar, se reía muchísimo y disfrutó tanto como yo del momento. Hoy ha vuelto a pedirme brazos cuando sonaba la música, pero esta vez el ritmo era más lento, se ha abrazado a mí y yo a él y hemos empezado a bailar, me ha regalado uno de lo momentos más tiernos que hemos vivido, nos hemos quedado toda la canción abrazados al compás. Os lo recomiendo, un momento así te hace olvidarlo todo y si tienes un mal día, después parece un poquito mejor.