sábado, 4 de febrero de 2012

¡Nieve!

Os acordáis del primer día que visteis el mar? y la nieve? yo no, y lo peor es que no recuerdo muy bien la primera vez del mayor, si recuerdo la primera vez que fuimos a jugar con la nieve, pero no la primera vez que la vio, así que con el pequeño no quiero que me pase igual.
Aquí no nieva casi nunca, como mucho una vez al año y en la sierra, poco más, nosotros cuando el mayor tenía 3 añitos, subimos y muy bien, estuvimos jugando y a parte de un par de resbalones, no hubo nada que objetar, el segundo año, llevamos a un amiguito también, y se nos quitaron las ganas de nieve para mucho tiempo, el ya tenía 5 años, y como esperábamos que todo iría bien, no tomamos precauciones, ¡en que mala hora!, se colapso la carretera, nos quedamos encerrados, con los niños mojados después de haber estado revolcados por la nieve, sus manitas heladas y sin comer, además yo embarazada de 6 meses, llegábamos a comer cerca de las 5 de la tarde, así que mis recelos con subir a ver la nieve, se manifiestan cada año.
La semana pasada, había nevado en la sierra, así que el mayor nos pidió ir a jugar, pero estábamos todos muy constipados, así que entre ésto y la última experiencia, la reacción fue mirar el tiempo y ver si lo podíamos aplazar.
La suerte estaba de nuestro lado, y se anunciaba una ola de frió polar, así que seguro que este fin de semana  tendríamos nieve, así que con la promesa de que hoy iríamos, pasamos el domingo tranquilos. Tengo que reconocer, que como una vez ya nos nevó mucho en el patio, tenía la esperanza de que hoy ocurriera lo mismo, así no tendríamos que ir, pero no ha habido suerte, ha nevado en toooooda la isla, menos en mi pueblo ¿?¿?¿?.
Mi hijo mayor se ha levantado al grito de "hoy es el gran día de la nieve", así que cualquiera le dice lo contrario, mi marido, mi hijo pequeño y yo, muy resfriados, y él con una emoción que le rebosaba por los cuatro costados, así que me he propuesto que ya que teníamos que ir, primero no subiríamos a la sierra, en el primer punto donde hubiera un poco de nieve para jugar nos quedaríamos y segundo, yo me iba a llevar de todo, porque no volvía a pasarme lo mismo otra vez. 
Así que nada, les he puesto tres capas de ropa a cada uno, para que si se mojaban, no les calara y se constiparan más, me he llevado una muda completa para cada uno, dos pares de bufandas, gorros y guantes, para cada uno, dos pares de zapatos, merienda completa para todos, zumos, colas y agua, y lo más ridículo, pero mejor invento de todo, guantes de látex. En las fotos queda fatal, pero como ya os he dicho, el año fatídico a los niños casi les da una hipotermia en las manos, así que como el mayor tenía muchas ganas de jugar a guerra de bolas, me hice el firme propósito de que no nos ocurriría lo mismo. Así que se me ocurrió que si nos poníamos los guantes de lana y encima los de látex, pasaría el frío pero no el agua, ya os he dicho que aquí no nieva nunca, con lo que no tenemos guantes preparados porque no merece la pena, por no hacer no hace ni frío, llevamos todo el invierno con una media de entre 15 y 20 grados, así que ¡para que gastar dinero!
Bueno hemos iniciado nuestra mini aventura, cargados como de mudanza, y más abrigados que si fuéramos al polo. Para la gente que vive en sitios donde habitualmente nieva, esta no tiene sentido, pero para los peques que ven la nieve cada dos años como mucho, estos días suponen una gran aventura.
Nos hemos ido hacia la sierra, sin rumbo fijo, bueno... el rumbo lo marcaba el niño, que cada vez que perdía de vista las montañas, nos decía que nos habíamos equivocado de camino, así que, así cualquiera elige destino... 
Hemos llegado a un pueblecito donde en un parque había suficiente nieve como para jugar, así que allí nos hemos quedado, empezaba a nevar de nuevo, y ya no queríamos arriesgar, así que nos hemos armado de gorros, guantes, chaquetas y cámaras, y allí que nos hemos plantado, el mayor ha empezado a pisarla con energía, y el pequeño se ha puesto a imitarlo, "neve""neve""neve" y se reía, ha sido genial, y ya cuando la ha tocado, su cara era un poema, es muy expresivo y sus caras de sorpresa lo dicen todo, el mayor se ha dedicado a su guerra de bolas particular y el pequeño iba y venía, pisando, patinando y tirando bolas que le dábamos, se lo han pasado genial, encima ha empezado a nevar con más fuerza, así que ya ha sido la guinda, el pequeño se ha quedado paralizado mirando como la nieve lo tocaba. No sé que habrá pensado, pero no hay duda de que ha sido una gran experiencia. 
Cuando nos hemos ido, solo he tenido que quitar la primera capa de ropa, cambio de zapatos y a merendar calentitos, así que hemos llegado a casa felices después de haber disfrutado de un gran día sin incidentes.