lunes, 23 de mayo de 2011

Lo más importante para mi... es estar contigo

Todos los hijos son iguales, en el sentido en que darías la vida por ellos, da igual cuantos tengas, todos son igual de importantes, a todos los amas igual, y no puedes elegir entre ninguno de ellos, esto es un hecho cierto y todas las madres estarán de acuerdo conmigo, lo que es diferente es la conexión que tienes con cada uno de ellos, conectas de forma diferente, no sé si es químico, o hay una explicación metafísica, pero es cierto. 
En nuestro caso los niveles de empatía entre el mayor y yo son evidentes, ya os he hablado de su desarrollado complejo de Edipo, en el caso del pequeño empatiza mejor con su padre, tanto que a veces me rehuye, menos mal que lo he entendido sin frustraciones y si prefiere estar con él, están en su derecho de disfrutar de ese momento.
Como en casi todo el blog, hablo del pequeño, este es mi guiño al mayor.
Estamos muy enamorados el uno del otro, podríamos pasarnos horas discutiendo sobre quien quiere más a quien, y si el amor que nos profesamos llega hasta una galaxia determinada o hasta el confín del universo, en palabras de mi hijo "hasta todas las galaxias". La otra noche en el momento del beso y abrazo de las buenas noches, mientras nos profesábamos todo tipo de ñoñerías, (que a nosotros nos encantan), en un momento dado, se me quedó mirando y me dijo "mamá, lo más importante para mí... es estar contigo", algo así te desarma, hace que olvides cualquier trastada, cualquier enfado, cualquier mala contestación, y cualquier momento de discusión del día, da sentido a tu papel de madre y lo más importante, te indica que no lo estás haciendo del todo mal. 
Mi hijo está pasando un momento de rebelión total, no termina de realizar una trastada cuando está maquinando la siguiente, con lo cual pasamos muchas horas al día discutiendo y hay muchos momentos de tensión cada vez que le impongo un castigo y cuando creo que se ha enfadado conmigo por un par de días, me dice algo así, lo cual pone de manifiesto lo que tantas veces he dicho, los hijos están para hacer difícil la tarea de los padres y los padres están para educar bajo una escala de valores sólida, si esto funciona, el resultado es algo parecido a lo que pasa en casa, él se supera cada día a travieso, pero con cada castigo merecido, no se altera ni un ápice su amor.
Hoy estamos los dos de retiro forzoso, ayer fuimos a la playa, el agua estaba fría pero buena, al final de la tarde empezó a levantarse viento, así que decidimos irnos, sobre todo por los niños, el pequeño es muy delicado y si le soplas se constipa, así que no era cuestión de arriesgarse, enjuagué al mayor y lo vestí con toda la rapidez que su inquietud me permitió, y sin opciones a helado ni paseos, nos fuimos derechos a casa, ya digo, por si acaso. Los niños se acostaron bien, yo con un poco de frío pero en general todos bien, la sorpresa ha empezado a mitad de la noche, yo que ya arrastraba un constipado importante de la semana pasada, he empezado a toser sin remedio y cada vez me dolía más la garganta y la cabeza, cuando estaba reuniendo fuerzas para levantarme y buscar algún medicamento que me aliviara, mi hijo ha llegado corriendo diciendo que había tenido una pesadilla, se ha acostado con nosotros y en seguida ha empezado a quejarse de los oídos, resultado de una noche más que movida... dos bajas forzosas la suya y la mía, así que aquí estamos cuidando el uno del otro, y como prueba de ese amor incondicional, se está portando fenomenal, me está mimando más de lo que yo lo mimo a él y ahora me ha llevado a ciegas a su cuarto y me ha enseñado un enorme corazón, que ha pintado en su pizarra, sólo para mi... como no voy a estar enamorada? y encima me ha prometido que esta tarde me ayudará a cuidar de su hermano, para que yo no tenga que incomodarme demasiado, vamos una joya de niño, aunque sea un diamante en bruto...

No hay comentarios:

Publicar un comentario