Hoy no estoy muy inspirada para escribir, pero tengo una reflexión que me ronda, y que si comparto, a lo mejor ayuda a mamas en mi misma situación. Ya os he dejado caer en un par de ocasiones que el ambiente en mi trabajo está un poco enrarecido, os cuento la historia desde el principio y mi conclusión final y si le sirve a alguien lo daré por bien empleado.
Trabajo en una gran compañía del sector turismo, llegué por casualidad, cuando empecé a estudiar quería hacer algo relacionado con el diseño, pero por imperativos paternales, terminé siendo administrativa, quedaba más cerca de mi casa y "tenía mas salidas".
A los 23 años empecé de casualidad en una compañía similar a esta, para cubrir una baja, y desde aquella he pasado por 3, en esta llevo 9 años, y aunque ya os digo que lo mio no es vocacional, sí que siempre he dado lo mejor de mí en cada puesto.
Yo soy de carácter fuerte, hay quién dice que difícil, pero nadie puede decir que no soy responsable o que no trabajo más de lo que deba, los primeros años no fueron buenos, el jefe que tenía y yo no nos entendíamos, así que al final decidí que no merecía la pena seguir posponiendo el momento de ser madre, y me quedé embarazada, hacia el final del embarazo el jefe se fue y en su lugar pusieron a mi compañero, con este tampoco me entendía demasiado bien, pero fue más inteligente que el anterior, cuando volví de la baja con una reducción de jornada de 5 horas, él habló conmigo y me "doró la píldora" que si yo era muy buena, que si mi potencial era grande y desaprovechado y otras cosas similares, me cambió el trabajo, con lo cual consiguió que me pusiera de su parte, así que empecé trabajar como antes al 200%, con el convencimiento de que tanto esfuerzo daría sus frutos.
A los 6 meses surgió la oportunidad y como las cosas se pusieron feas en el departamento, necesitaban que o mi compañera o yo regresáramos a las 8 horas, ella se negó y yo acepté, en quince días de trabajo para el olvido, conseguí un ascenso a segunda de departamento y un aumento de sueldo, además de la promesa de que no se quedaría así, que si seguía trabajando igual en 5 años, el sueldo sería mayor y el trabajo también.
En estos años, he hecho de mi trabajo mi prioridad y he dado todo de mi, no voy a decir que ha sido perfecto pero si con toda la dedicación, cuando las cosas mejoraron volví a la reducción, pero esta vez de 7 horas, en las que se redujo el sueldo pero no el trabajo, hace dos años y medio, decidí tener a mi segundo hijo y a la vuelta de la baja maternal me he encontrado un panorama, que yo creía que en mi caso no se daría, mi jefe lleva 10 meses mareándome con buenas palabras, para terminar contratando a alguien que va a realizar el trabajo que yo he estado esperando tanto tiempo, y por el que lo he dado todo, he hablado con él y solo recibo excusas y evasivas, así que he tomado una decisión, este fin de semana pasado, ha sido muy intenso, me he ido a otra ciudad a reencontrarme con viejos amigos y me he ido un par de días con mi marido a un hotel, y he llegado totalmente renovada, y con mi reflexión bajo el brazo, tengo casi 36 años, y una escala de prioridades personales cambiante, antes estaba el trabajo en primer lugar, ahora ha descendido hasta el último puesto, muchos os preguntaréis porque no cambio de trabajo, y aquí llega mi reflexión, no tengo un mal trabajo, no está demasiado mal pagado, tengo bastante flexibilidad horaria y solo trabajo por las mañanas, así que ¿donde voy a encontrar algo similar?, he decidido tomármelo de otra manera, para empezar bajar el ritmo, que me estaba costando la salud y agriando el carácter, y dedicarme a lo realmente importante en la vida, lo que hay después del trabajo, y no solo los hijos, sino la familia en general, la pareja, los amigos, el tiempo de ocio, ¿porque frustrarnos por lo que pudo haber sido y no fue?, cuando si nos fijamos en lo que nos rodea, hay numerosos situaciones gratificantes, mi vida social ahora es muy intensa, y esta llena de grandes momentos, ¿porque sacrificarme en una compañía donde solo soy un numero más?, cuando se me presenta un verano por delante de tardes de piscina y playa con mis hijos, de verdad, no merece la pena, no compensa la vida sacrificada por un trabajo, los momentos que no vives al lado de los tuyos no vuelven, las sonrisas de tus hijos por los momentos compartidos son únicos, y solo pueden ser vividos por cada uno, De que me sirve un trabajo mayor, con un sueldo mejor, si para poder acceder a él tengo que trabajar diez horas diarias, y dejar a mis hijos al cuidado de alguien que se va a llevar lo que yo cobre de más.
Queda en el fondo de mi corazón, la satisfacción de haberlo intentado, y ahora que lo he asumido, el disfrute de asumir la vida que me ha tocado, soy feliz, tengo un marido maravilloso, y unos hijos estupendos, la vida no me ha tratado demasiado mal así que ahora me toca disfrutarla, criar a mis peques y hacer aquellas cosas que he ido dejando de lado.
La ambición es buena, y progresar en el trabajo, pero no si para llegar a nuestra meta, sacrificamos lo realmente importante, los nuestros, corremos el riesgo de que nuestros hijos no nos respeten por acusar tanta ausencia, o que nuestra pareja se enfríe por falta de compañía, sopesarlo bien antes de embarcaros, no os desanimo, intentadlo, pero sin perder la perspectiva, al final lo que importa es ser feliz, y la felicidad no está en ningún trabajo.
ole, ole y ole.
ResponderEliminarOlga