Tengo una amiga y compañera de trabajo que es la sinceridad en persona, con ella he tenido una de las relaciones más raras de mi vida, por mediación de terceras personas la percepción que teníamos la una de la otra era bastante diferente de lo que ambas somos en realidad, la casualidad quiso que tuviésemos que trabajar codo con codo en una ocasión y eso nos dio la oportunidad de ver como somos realmente, creo que ambas nos llevamos una grata sorpresa y nos brindó la ocasión de ser amigas, de eso hace ya unos años y en este tiempo me reafirmo, es toda sinceridad, para lo bueno y para lo malo, admiro profundamente su capacidad para decir las cosas tal y como las siente, siempre le he dicho que las palabras van de su corazón a su boca sin pasar por su cabeza... en ella coexisten varias mujeres, todas geniales que se complementan entre si y que dan lugar a lo que ella es, por las mañanas llega siempre acelerada y su humor depende de la noche que haya pasado, en mi provoca un estado de estrés curioso, por que aunque me contagio de su "acelerón" se que si dejara de trabajar con ella la echaría de menos. Parece fuerte y segura de si misma y realmente lo es, aunque hay una parte de ella más sentimental que aflora pocas veces, suele reservarla para sus chicos, los amores de su vida su marido y sus hijos, yo he tenido la oportunidad de verla en esa faceta más personal y conmigo me llevo uno de esos momentos, el año pasado aprovechando la celebración de mi cumpleaños me escribió una carta llena de su particular sentido del humor, una carta cargada de emotividad y que provoca en mí las mismas lágrimas que arrancó la primera vez que la leí. Pero aquí es donde reside lo peculiar de nuestra relación, después de tantos años de convivencia laboral y de compartir más de un momento personal, se ha llevado una sorpresa tremenda al descubrir que escribo un blog, creo que ha visto una parte de mi que desconocía y que yo creí que le había enseñado, pero se ve que no es así, así que hoy mi entrada es para ella, para que vea en mis letras lo que soy de verdad, espero que no le disguste lo que he escrito, aunque si lo hago, se cierto que mañana me lo dirá. Por que ella es así.
Con el nacimiento de mi segundo hijo he sido consciente de los millones de momentos que olvidamos sobre ellos, pequeñas insignificancias que componen su vida y la nuestra, así que este blog nace para recopilar todo aquello que la memoria no retiene y que en el futuro me gustaría rememorar. Bienvenidos a nuestros recuerdos!!!
miércoles, 27 de octubre de 2010
Popurri de recuerdos
Llevo varios días sin escribir, estoy todavía adaptándome a mi nueva vida. No es que haya pasado nada excepcional, sino que he vuelto al trabajo y eso supone reorganización de horarios y rutinas, tanto para mis niños, como para mi. Y es una pena el no haber escrito antes por que han pasado muchos momentos de esos que a mi me gusta recordar.
El primero fue hace dos o tres semanas, el pequeño que es muy risueño, nos deleitaba a su padre y a mi con un concierto de carcajadas, era un momento de lo más animado, cuando de repente algo llamó nuestra atención en él, vimos como un reflejo blanco, pero no donde debía estar, sino un poco más a la derecha y eso que en los días previos no habíamos notado nada, ni alteración del carácter, ni malestar, ni nada que nos hiciese sospechar lo que estaba sucediendo, hicimos que se riera un poco más y pudimos verificar que lo que habíamos visto era cierto, ¡le estaba saliendo un diente! pero no de los centrales, como a todos los niños, sino que parece un colmillo o incluso una muela, no está claro todavía. Después de la sorpresa inicial, llegamos a la conclusión de que no podía ser de otra manera, mi hijo es diferente hasta para comerse el mundo, porque con ese principio de diente hemos conseguido el siguiente de los recuerdos, hemos pasado de comer cucharadas pequeñitas y escasas, a comer a dos carrillos todo lo que se le pone por delante, ¡así está! que lo llevamos al pediatra y nos dijo que tenía talla de un año y eso que hace hoy 7 meses, vamos un torete...
miércoles, 6 de octubre de 2010
Ampliando horizontes
Mi enano es muy tranquilo, demasiado, tanto que en la guardería quieren adoptarlo, su profesora dice que en un mes solo ha llorado una vez y fue porque se golpeó con un sonajero.
Yo, porque lo he visto llorar, sino estaría preocupada. Que pasa, que esa tranquilidad le lleva a que tengamos que estimularlo mucho, por que a él todo le va bien, estar solo, acompañado, en la cuna, en la trona... de hecho no estira los brazos para que lo cojan, se limita a esperar y sonreir, hemos llegado a la conclusión de que no le hace falta y por eso no reclama.
Yo, porque lo he visto llorar, sino estaría preocupada. Que pasa, que esa tranquilidad le lleva a que tengamos que estimularlo mucho, por que a él todo le va bien, estar solo, acompañado, en la cuna, en la trona... de hecho no estira los brazos para que lo cojan, se limita a esperar y sonreir, hemos llegado a la conclusión de que no le hace falta y por eso no reclama.
El caso es que no se sentaba, pero por esa falta de iniciativa propia, por más que intentábamos que se mantuviera sentado, se reía y se dejaba caer, porque ni siquiera hacía el intento de tirarse, sino que para donde la ley de la gravedad decidiera, para allí caía.
Así que nada, hemos decidido que había que ampliar horizontes y hemos empezado a probar dejando muñecos fuera de su alcance para que tuviese que hacer el esfuerzo, pero él en su linea, "si no llego, no me interesa".
Pero este fin de semana ha descubierto los mandos a distancia, estábamos en el sofá, motivándole con sus muñecos favoritos y de repente a divisado el mando a distancia al otro lado, se ha tirado en plancha, de tal forma que ha descubierto que hay mundo un poco más allá del alcance de su mano, lo que también entraña sus riesgos, pero ya lo iremos corrigiendo poco a poco, así que de repente los juguetes que estaban más lejos han empezado a captar su interés y una vez en sus manos, se ha obrado el milagro, ¡ya se mantiene sentado!, así que nada, ahora doble vigilancia, una para que no coja nada con lo que pueda dañarse y dos que no se caiga o le dé por gatear.
sábado, 2 de octubre de 2010
Cuando encuentras tu otra mitad
De mis primeros pensamientos de infancia, que soy capaz de recordar, tengo un par de ellos que marcaron mi vida, inconscientemente, para siempre. El primero fue descubrir que en el año 2000 tendría 25 años, que para mi corta edad se me antojaba que tenía que ser la mejor edad de mi existencia, el segundo fue llegar al convencimiento, no sé como, de que el amor de mi vida llegaría en forma de flechazo y que sería un noviazgo rápido, no sé porque, pero estaba convencida de que cuando lo encontrara me casaría con él enseguida. Ya sabéis que soy una romántica, así que encima soñaba con una boda de cuento.
Con el paso de los años me fui afianzando en mis convicciones, a los 21 años y herida de amor, hice un viaje por casualidad, mi mejor amiga al verme mal, me propuso ir a ver a su novio, que por entonces trabajaba en otra ciudad y yo me dejé llevar, llegué con muchas ganas de divertirme y olvidar y como recibimiento nos esperaban el novio de mi amiga y su compañero de trabajo, lo vi y me enamoré, pero no solo me enamoré sino que encima sentí que era ÉL, ese que esperaba desde niña y con el que tendría mi boda de cuento, no se como pero lo supe. En la semana que estuvimos juntos congeniamos muy bien, tanto que él que es un chico muy reservado con su vida, llegó a contarme todo sobre si mismo.
La química entre nosotros era tan evidente que incluso una persona ajena a los cuatro, me dijo directamente "tu vuelves". Hasta ese momento entre nosotros no había nada, muchísimas horas de conversación y una noche entera de paseos y confidencias a la luz de la luna. Un intercambio de direcciones y teléfonos y la promesa de seguir en contacto, nada más.
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